Crimen y castigo y olvido
Si México fuera una serie de Netflix su título no sería Misterios sin resolver*, sino Tragedias sin resolver.
Una a una, nos enteramos y vivimos fatalidades que nunca quedan aclaradas. Muertes y actos de violencia prevenibles que empiezan por horrorizarnos, por hacer jurar a los políticos esclarecimiento y sanción, y luego, inevitablemente, quedan en el archivo de la memoria nacional sin un quién ni un por qué.
¿Qué pasó con Ayotzinapa, el fusilamiento en Michoacán, la guardería ABC, la Línea 12 del Metro, los tráileres de migrantes, Tadeo, el estadio de La Corregidora…? Y tantos y tantos más. Tantas niñas asesinadas, tantos feminicidios, tan trágicos y tan cotidianos.
Temas de alarma nacional que nos cimbran como sociedad y en donde los reclamos de justicia nunca son atendidos.
Quizá la autoridad anuncia en una conferencia de prensa, con elementos de la policía, del Ejército y la fiscalía presentes, que se va a crear inmediatamente “una comisión especial para resolver el crimen XYZ…”.
Lo mejor que les puede pasar a los culpables (perpetradores o responsables por negligencia) …
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