Sin miedo al ridículo
La exhibición del gastado discurso de odio va convirtiéndose en un ridículo, que no por ello deja de ser peligroso.
Estas últimas semanas hemos atestiguado cómo la exhibición del gastado discurso de odio va convirtiéndose en un ridículo, que no por ello deja de ser peligroso. Los datos que miden comportamiento en las redes han revelado que los llamados a la venganza no están obteniendo eco (Eje Central, Diario Nocturno, 25 de abril de 2022, pág. 04) y mi casi obsesiva necesidad de encontrar paralelismos me lleva a preguntar: ¿qué momento, personaje, situación puede servir como marco para reflexionar sobre el ridículo?
Dicen que los griegos ya lo contaron todo. Consulto en Google la historia de Áyax Telemonio para ver si encuentro similitudes entre los líderes políticos partidistas que abrigados por la vulgaridad gritan con estridencia “traidor” a cualquiera que no se sume a su representación escénica, y el soldado cegado por la ira que, envuelto por Atenea en un delirio, en lugar de cumplir su deseo de venganza y matar a Odiseo y a todos sus compañeros de armas tortura y mata ganado …
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