Tecnología para los curiosos
La frase es trillada pero real, nunca es tarde para aprender, menos teniendo el conocimiento, literalmente al alcance de la mano y en cuestión de segundos.
Cuando era niña, detestaba ir a los museos. Tener que perder la tarde del domingo para ver piezas inexplicables, tomar notas y hacer una tarea aburridísima me causaba mucho enojo. Ir a un museo implicaba sacrificar la diversión de estar en otro mundo cuando veía una película en el cine o recrear escenarios al jugar con mis Barbies. Si a eso le agregamos que la única exposición que se quedó grabada en mi mente fue la del Museo de la Tortura, que muestra cómo en el medievo, la iglesia católica fabricó instrumentos - sumamente perversos - para castigar a quienes consideraban herejes, entonces, cómo no iba a detestar la idea de hacer largas filas para entrar a un lugar frío, con olor a humedad, sigiloso, restrictivo y ¡espantoso! (Más viniendo de una escuela de monjas en la que pensar genera culpa).
Evidentemente, el problema no eran los museos sino el método de enseñanza que me tocó en los colegios: el famoso “repite como perico o repruebas”. Además, el arte y la cultura no era algo que s…
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