“¿Y usted había visto algo así?”, preguntó Ismael con genuina curiosidad y un dejo de resignada impotencia, mientras grabábamos –dos camarógrafos de TV Azteca y la que escribe– el fogón sobre el que él y su esposa calentaban atole antes de tomar ruta rumbo al trabajo en Ciudad de México.
Eran las 4:30 de la madrugada en un frío de esos que perforan huesos y voluntades, y apenas empezábamos a recopilar imagen de su salida hacia el trabajo, pues a pesar del Waze y sus indicaciones una noche antes llegamos tarde. Nos perdimos en un laberinto de calles sin pavimentar y sin alumbrado en Chuiquixpac segunda sección, un pueblo cercano a La Marquesa en el Estado de México.
Me cité aquella madrugada con Ismael, un hombre entrando en sus cincuentas, corpulento y de buen trato, pues quería retratar y dar rostro a eso que la estadística llama de manera pomposa “empleados en condiciones críticas de ocupación” y que traducido a mi español no es otra cosa que trabajar demasiado para no ganar lo sufici…
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