Con el agua al cuello
Yo no puedo dejar de ver la frente en alto y el ímpetu de una comunidad que en cuestión de dos horas perdió casi todo, casi todo, menos la dignidad.
Ésta es la historia de Roberto, de Giselle, de José de Jesús, de Juan Felipe, de Martha, de Alberto y de todas las personas que tenían un negocio, una casa y una vida hecha a las orillas del río Tula.
“Nadie nos avisó”, insisten. Fue en un lapso de dos horas en el que el agua llegó a tocar el techo de sus casas. Puertas borradas por la inundación y cristales rotos por la potencia del agua que entró para sacar muebles, recuerdos, material de trabajo y por todo lo que tenían. Tocamos a la puerta de Alberto, “No puedo, sigo limpiando”, contestó. Finalmente se decidió a abrir y pareciera que narrar lo que le había sucedido era una especie de terapia, que después continuó su hermano Juan Felipe y remató Martha.
José de Jesús instruye a bomberos, pero nunca había tenido que poner en práctica lo que enseña. Esa noche en la que las calles se convirtieron en extensiones del río, rescató a sus vecinos amarrándose una cuerda a la cintura, cuando llegó la ayuda también rescató a un soldado. Mient…
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