Sr. Prezident: (Una carta para Putín)
El mundo no quería una guerra, el mundo no necesitaba una guerra, apenas estábamos saliendo de una que nos robó a alguien a todos.
Usted nunca sabrá de mi existencia y jamás en la vida se enterará de esta carta, pero de todas formas la voy a escribir.
Me llamo Danielle, soy periodista en la Ciudad de México, tengo 38 años. Hace cinco meses nació mi primera hija y desde que me enteré de su existencia empecé a imaginar cómo le explicaría el mundo al que llegó. En una de sus primeras fotografías, cuando tenía horas de haber nacido, su cara está cubierta con una pequeña careta que, sin lugar a dudas, será evidencia de la época en la que nació. Su padre y yo la recibimos con una mascarilla que tapaba la mitad de nuestros rostros y que impedirá que conozca la incomparable sonrisa que teníamos en ese momento. Mi hija nació en una pandemia. Nació en un mundo que llevaba un año y medio sacudido por un virus que nos paralizó a todos, que nos cimbró a todos, que nos aisló a todos, que nos arrebató seres queridos a todos. No importó en qué coordenadas estuviéramos, qué idioma habláramos, si vivíamos en un p…
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to OPINIÓN 51 to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.