Cuando el presidente miente
Lo fascinante de la coyuntura actual es la amplia aceptación de la mentira, aun confrontada con la verdad.
Mentir es el camino real al caos, escribe Sam Harris en Lying. Y la mayor parte de las personas lo sabe: mentir es algo generalmente malo, aunque en algunas ocasiones parezca justificable. Hay quienes apoyan la “mentira virtuosa”, argumentando que si el fin es bueno los medios también tendrán cobertura moral. El presidente López Obrador es de ese tipo de mentirosos que avalan la falsedad en aras de un bien superior. Mentir se vale si beneficia al pueblo. Mentir se vindica para apoyar la transformación. Mentir se perdona si ello lleva a exponer a los privilegiados. Con base en esa exculpación, AMLO lleva a cabo un ejercicio cotidiano de falsificación. Ya sea aludiendo a los “otros datos” o calumniado o inventando o usando gráficas distorsionadas o recurriendo a cifras inverificables miente. Así de claro, así de sencillo, así de cuestionable. Porque cuando el líder de un país recurre a la mentira como forma de gobierno daña la confianza pública. La popularidad permanente e…
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