Exhibicionismo
El exhibicionismo relacionado con lo corporal/sexual sigue siendo considerado no solo fruto de una patología mental, sino en muchas legislaciones, como un delito.
Por Diana J. Torres
Mi primer acto exhibicionista, al menos el primero que recuerdo con claridad, fue una tarde de verano en la playa. Estaba chiquita, no sabría decir qué edad, pero entre los 5 y los 7. Mis jefes, que siempre han sido medio hippies, me traían encuerada casi siempre, a veces con una parte de abajo de bikini. Me gustaba mucho –especialmente al acercarse el ocaso cuando el sol ya no quemaba tanto– sentarme en la orilla donde las dulces y suaves olas del Mediterráneo terminan su recorrido y se regresan. La sensación de la espumita en mi entrepierna era algo sublime para mí. En algún momento de esta práctica habitual, que por otro lado no tenía mucho de sexual, era puro placer nada más, pura sensación agradable, me sentí observada y al mirar a un costado había otro niño, posiblemente de mi misma edad, mirándome y tocándose el pito por debajo del bañador.
Fue un momento tan mágico que hasta la fecha viene a mi memoria: lo miré a los ojos, volteé mi cuerpo hacia él y empecé …
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to OPINIÓN 51 to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.