Vamos a gritarnos (de placer)
Le dije que si no se le antojaba regresarse a la cama y hacer el amor con su mujer, hacerla gritar de otras maneras.
Por Diana J. Torres
Cuando vivía en Barcelona, hace casi una década, tenía un matrimonio de vecinxs que siempre se estaban peleando. Eran muy escandalosxs, se gritaban, se arrojaban cosas, azotaban las puertas, todo ello siempre acompañado del sonido de la TV a todo dar; sospecho que creían que por subirle al televisor no se iba a escuchar su pinche desmadre.
No pasaba día que no tuvieran una riña, por cualquier pendejada y a cualquier hora del día o de la noche. Luego los veía por la calle dados de la mano como si nada, paseando con su prole y pensaba para mis adentro “puro teatro”.
Yo no es que viviera en un hogar de monjitas con voto de silencio, la verdad, pero nuestros sonidos eran muy diferentes. No era extraño que de vez en cuando se montara la orgía pues por aquel entonces mi círculo amistoso implicaba en diversas combinaciones (bastante endogámicas por cierto) relaciones sexoafectivas. Y también siempre he sido bastante ruidosa en la cama. Sí: me gusta gritar cua…
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to OPINIÓN 51 to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.