Lenchas en el karaoke
Me sigue sorprendiendo de qué manera se configura en las mentes de los trabajadores de las cantinas la imposibilidad de que en una mesa no haya ni un solo hombre.
Por Diana J. Torres
Este viernes fuimos unas cuantas lenchas a un karaoke hetero. Sí, cometimos el imperdonable error de salirnos de nuestros rediles habituales para acontecer, cual temblor o cual tsunami, de manera visible, con nuestra sola existencia, en un espacio que históricamente nos ha venido siendo negado. Cuando osamos salir de nuestros escasos territorios, lo único que disfruto (yo al menos), es tener hombres a mi servicio y la perplejidad general de las personas. Me hacen sentir unicornio, quimera, monstrua, porque únicamente tengo que atravesar la puerta y sentarme en una mesa para fijar como colaloca todas sus miradas en mí y mis amigas. Y me sigue sorprendiendo de qué manera se configura en las mentes de los trabajadores de las cantinas o antros la imposibilidad de que en una mesa de diez o doce personas no haya ni un solo hombre, pero que en muchos sentidos esas “pérfidas mujeres” se comporten la mayoría como tales.
“¿Qué desean tomar las señoritas, joven?…
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