Hablar de sexo es complicado, sobre todo en la cama o de manera responsable con nuestrxs amantes. Resulta más sencillo tratarlo como un tema trivial, que se deja caer en las conversaciones con las amigas, generalmente en la peda o en situaciones de ocio, y más como chistecito que como lo que es: algo serio e importante.
Hay diversos factores que se instalan en nuestra lengua como dispositivos de control a la hora de platicar del placer sexual. Sin duda uno de ellos es la sociedad en que vivimos, donde si a una le gusta hablar de sexo es inmediatamente tachada de puta, o de tarada. La religión católica tampoco nos ha hecho muchos favores en este ámbito y persiste en hacernos creer que el sexo es algo sucio y pecaminoso, únicamente destinado a la reproducción, por lo que hacerlo sólo por placer nos lleva derechitas al infierno. Y por supuesto no hay que perder de vista el factor cultural: en una cultura machista en la que “calladitas estamos más bonitas”, abrir la boca par…
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