¿Por qué no leemos manuales, instructivos, artículos y mucho menos las leyes?
La cuestión es que ni los que leemos leemos lo que se conoce como literatura instructiva.
Las estadísticas dicen que en México la población lectora (mayores de 18 años) consume diversos tipos de materiales de lectura: libro, revista, folleto y publicaciones digitales. Y que, en promedio, hace efectivos 3.9 libros al año.
Según el Molec, el Módulo sobre lectura del Inegi, en el reporte del año en curso el 44.1% de los mexicanos lectores lee por entretenimiento, el 23.8% lo hace por trabajo o estudio, el 20.7% por cultura general, 10.1% por religión y el 1.4% por otro motivo.
Lo interesante de este dato es que no habla del contenido, sino de los motivos. Puedo clavarme con un libro sobre glucosa porque me entretiene saber de alimentación, porque soy nutrióloga y ese es mi trabajo, o porque tomo metformina, es decir, por salud, razón que no sé si entra en cultura general, otro motivo o habría que incluir ese indicador. La enorme cantidad de material sobre salud emocional, física y mental es abundantísima y mucha gente lee para encontrar la manera de sentirse mejor.
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