El egoísmo de no vacunarse y el amor colectivo
Vacunarse es una decisión que va más allá del amor propio, tiene que ver con el amor por los demás.
Mi tía, que nació en los cincuenta, tuvo polio. Cuando era pequeña me enseñó cómo una de sus piernas era más pequeña que la otra y que para nivelarse usaba una plantilla especial en su zapato. Su enfermedad marcó una época bastante dura para ella y mis abuelos; tenían que gastar mucho dinero en médicos y ella creció con un aparato que le impedía correr y jugar como el resto en el patio de recreo, con huellas emocionales que han marcado su vida. Por suerte, como aprendí de niña, a mi eso no me podía dar porque ya estaba vacunada.
Hoy vemos con alegría cómo durante las dos recientes olas de COVID-19, a pesar de los altos números de infecciones, la cantidad de muertes ha disminuído radicalmente en los países donde las personas más se han vacunado. En nuestro contexto más cercano, a diferencia del año pasado, no tenemos ni en los grupos de whatsapp ni en publicaciones en facebook anuncios de diferentes personas que buscan desdesperadamente un respirador o un tanque de oxíge…
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