Calladitas no nos vemos bonitas
Cada consigna que gritamos mientras caminamos, apoderándonos de las calles y del corazón de este país, aún retumba en el suelo de todas las ciudades, al igual que en nuestras conciencias y corazones.
Esta semana acudí, como hace unos años, a la marcha del 8M. Fue una manifestación llena de emoción y sororidad, pero sobre todo repleta de paz y empoderamiento. Por única vez en el año, durante el 8 de marzo las calles son nuestras y nos atrevemos a caminar sin miedo a ser molestadas, acosadas o agredidas por algún desconocido.
Uno de los aspectos que más me emocionó fue ver cómo una nueva generación de mujeres está alzando la voz y actuando. Un gran número de centennials, jóvenes de entre 15 y 20 años, se asumen como feministas; muchas de ellas se organizan, toman las calles y utilizan las redes sociales para difundir mensajes de justicia y libertad.
Este 8M es también una oportunidad para reflexionar que la violencia contra las mujeres y niñas en México es una expresión más de un problema estructural. Recordemos, además, que el confinamiento derivado de la pandemia ha sido para millones de mexicanas un agravante de la violencia en sus hogares, que ha puesto sobre la mesa la…
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