Mujeres vulnerables en prisión
Si de por sí las desigualdades por género son amplísimas en libertad, éstas se acentúan más en prisión.
Generalmente pensamos que la comisión de un delito implica una acción punitiva y que la condena debe ser proporcional al crimen cometido, pero también creemos que quien paga una condena tiene derecho a gozar de una rehabilitación que le permita, eventualmente, reintegrarse a la sociedad o que pueda continuar con su desarrollo personal desde del centro penitenciario. Los hombres, por ejemplo, pueden ser padres y mantener a su familia desde la prisión, en buena medida porque hay una mujer detrás de él que se encarga del cuidado integral de sus hijos. Las presas, por el contrario, no tienen esa dicha: sus parejas las abandonan, no pueden hacerse cargo de sus hijos y sus familias las rechazan por su condición de ser mujer y reclusa.
Si de por sí las desigualdades basadas en el género son amplísimas estando en libertad, la opresión y la invisibilidad de que son víctimas las mujeres se acentúan aún más en la prisión. De hecho, difícilmente podríamos asegurar que, una vez internada…
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