Kung Fu Panda y la invasión rusa
El presidente de Ucrania Volodímir Zelensky, más allá de provenir de esferas ajenas a la clase política, había sido un presidente, no sólo anodino, sino bastante defectuoso.
Entre las películas para niños que más me divierten están las tres de Kung Fu Panda. Lo tienen todo: humor, incorrección política, lecciones sin moralina, personajes psicológicamente complejos con diálogos divertidos y además triunfa el bien sin cursilerías de señoritas bienpensantes.
Pero la razón principal por la que me cuento entre los millones de seres que disfrutan de la película es porque tiene la receta ganadora del arquetipo literario del héroe.
Ya había hablado de esta fórmula Aristóteles, pero en tiempos modernos fue Joseph Campbell quien construyó el esquema y luego Hollywood lo perfeccionó, para que Dreamworks y todos los guionistas lo hicieran suyo. Se trata de llevar a un personaje más o menos anodino o incluso defectuoso a convertirse en el salvador del mundo (o el guerrero Dragón), con una suma de circunstancias que lo obligan a entender que tiene un talento escondido. El personaje se revela primero y manda a la goma la salvación universal, pero otros pr…
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