Las listas de libros
Nunca me han servido para nada, pero me encanta asomarme a las listas de libros que todo mundo publica a fin de año. Es el ritual de diciembre. ¿Cuál es el suyo?
A mí me encantan las listas de libros. Es probable que sea una de las tradiciones de fin de año que más disfruto y es de esas listas de las que saco lecturas para mis semanas de vacaciones. O no, porque encuentro que ya los he leído. Cuando eso pasa mi ego crece: “Ah, vaya, nada nuevo bajo el sol, eso ya está en mi lista del pasado”, pienso.
Pero cuando no los he leído lo siento como un desafío, un reto que me ponen los editores o los lectores profesionales o los escritores famosos consultados, todos con más y mejores lecturas que yo, que advierten sobre la mejor novela, el mejor ensayo, los mejores poemas y los cuentos más extraordinarios del año.
Cuando eso pasa y ni siquiera sabía de la existencia de tales libros me corroe la envidia. ¿Cómo? ¿Hay un libro sobre la posesión de las no-cosas que es el no va más de la tradición ensayística del año? A ver, ¿de qué va? Y ahí me tienen, buscando el libro de Byung Chul Han, nacido coreano, pero vuelto pensador en Alemania, para darme cuent…
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