Mientras pensaba en la columna que iniciaba con la página en blanco y con un montón de intentos de temas diversos que empezaban con breves párrafos, pero que se diluían a las pocas palabras, me decidí por explorar ese espacio que se guarda con claves para que nadie descubra aquello que escribes desde lo más profundo: mi diario.
Inicié con el ejercicio de escribirlo hace mucho. En esta ocasión releía el diario de cuarentena que inicié el 20 de marzo de 2020.
Los diarios son ese objeto mágico que resguardan nuestra memoria, que se venden en formatos diversos, pero que siempre cuentan con un candado, que es el que asegura que nuestros secretos estarán fuera del alcance de quienes probablemente aparecen en él. En mi última mudanza recuperé algunos de mi infancia, y al no contar con la llave los acabé abriendo a martillazos. Mientras lo hacía, pensaba en la violencia que resulta al romper un espacio de confianza –en mi caso de autoconfianza, quizás–, y cuando éste se rompe es muy difícil r…
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