Memorias en un hospital
Cardiología y otros institutos, forman el orgullo del sector de salud pública; ha sido golpeado por los recortes consuetudinarios y fue olvidado por la administración actual.
El sonido de los monitores que cuidan de los pacientes, las sirenas de ambulancias que llegan a su destino, el carro con ruedas de goma que se aproxima por el pasillo, el rechinar de la puerta que se abre y las voces lejanas anuncian que el día inicia. Aunque esa experiencia es única y personal, es sólo para ti y el paciente al que acompañas. Son las cuatro de la mañana en el Instituto Nacional de Cardiología y estos son los sonidos que han acompañado la noche, sólo que a esa hora los percibes más cercanos porque inician las actividades (el “trajín”, lo llamamos los mexicanos) de entradas y salidas del cuarto, de las pruebas constantes, del asegurarse que el paciente esté bien. Cada persona que accede al cuarto saluda y pregunta el nombre y fecha de nacimiento del paciente; cada trato es amable, en todo momento sientes la humanidad que, ya en confianza, se acompaña de una palmada en la espalda, y aún más: unas palabras de aliento cuando te descubren con lágrimas en los ojos o un abraz…
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