¡Qué asco!
Aquella generación indignada que detuvo con sus protestas la Guerra en Vietnam ¿Eran más conscientes que nosotros?
Por Kimberly Armengol Jensen
“¡No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética! ¡Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos!”, esa frase del inmortal Martin Luther King ilustra un poco – solo un poco - mi aversión a estas épocas.
Hace algunos ayeres en mi época universitaria (de guerrillera en la “Facu de polacas” de la UNAM) romantizaba la idea de construir un futuro más humano, más hermoso y más justo para todos. Periodos entrañables donde tenía la certeza de que la paz y la brecha de la desigualdad podían resolverse con voluntad, el diálogo y los buenos oficios dirían los clásicos.
Contrario a mis ideales juveniles, los más de dos años de la pandemia solo renovaron mi desprecio a la sociedad de la que soy parte activa y cómplice. Una crisis sanitaria que puso, como nunca antes, de relieve, el egoísmo e individualidad. Un virus que sirvió para evidenciar cómo las naciones ricas son capaces de acaparar todo y dej…
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to OPINIÓN 51 to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.