La catafixia
Lo que menos necesitamos son “diplomáticos” improvisados que lastiman, aun más, nuestro universo exterior.
El cinismo ya está a la orden: no solo entregan su estado, sino que aceptan a cambio y públicamente una embajada por parte del “partido opositor”.
Es sabido que siempre las embajadas y los consulados se utilizan como moneda de cambio o agradecimiento o pago en los gobiernos, pero el descaro de gobernadoras y gobernadores, a quienes ya habíamos visto arrodillarse ante López, no tiene límite. Seguramente fueron amenazados con sacarles sus trapitos al sol y después del encarcelamiento de Rosario Robles, Marcela Cuevas, El Bronco y la persecución a Anaya el miedo está sembrado. Tampoco es que sean unas blancas palomitas que se dejaron engañar por “La Esperanza de México”, pero una cosa es que, bajo la mesa, catafixies “tus asuntos” y otra muy diferente que nos muestra lo podrido que se encuentra el país de la impunidad es que celebres en público el intercambio en donde entregas tu tierra por una posición diplomática de primera clase y un blindaje sobre tu corrupción. ¡Qué desca…
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