Acosa bien, sin mirar a quién
El acoso estuvo y está siempre. Hoy marchamos para que ya no esté mañana.
Mi historia profesional me llevó por dos carreras diferentes: medicina y cocina.
Mis años en la carrera de Medicina fueron felices, pero también infernales. El infierno no vino de los días eternos que parecían repetirse en ciclo. Tomar clases, ver pacientes, estudiar, malcomer y dormir mal durante casi cuatro años. El infierno vino de los acosos sistemáticos y a veces imperceptibles que viví yo o vivieron mis grandes amigas de la carrera.
Logré tejer en ese entonces una amistad muy cercana con S y M. Dos mujeres inteligentes, comprometidas y con carcajadas tan contagiosas que estudiar y mal dormir se volvía más llevadero. Pasábamos juntas casi todas las horas del día y nos acompañamos en las buenas y en las malas.
Las malas fueron muchas: el doctor que para saludarte te besaba cerca de la comisura de la boca y se pegaba mucho a ti al abrazarte, el residente que te invitaba a salir y si te negabas te dejaba hacer todas las notas del piso o no te dejaba ver pacientes, el “có…
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