Los duelos y sus ciclos
Distintos duelos se engarzan a lo largo de mi vida y puedo asegurar que ninguno se parece.
Mi vida está tejida con el hilo de la muerte. Nací de una mujer que lloraba la pérdida de su padre y honraba con disciplina la promesa hecha antes de morir de cuidar a su mamá y a todos sus hermanos. Poco antes de mis dos años murió mi abuela y mi mamá redobló su duelo y reforzó su empeño por cuidar de su familia. Distintos duelos se engarzan a lo largo de mi vida y puedo asegurar que ninguno se parece.
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), en su rima LXXIII, cuenta la muerte de una niña y dice:
Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterios,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
Me angustió tanto la soledad de los muertos que desde entonces pienso que ellos también viven su propio duelo. ¿Cómo acompañarlos si para los que nos quedamos los amaneceres se amontonan y para los muertos se detuvieron? Elizabeth Kübler-Ross (1926-2004) fue pionera en el estudio de la mu…
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