Un guiño al paladar
México tiene una poderosa identidad gastronómica y una larga historia de sabores y tradiciones, de mesas con platillos que recogen cuentos y narrativas, así como fantasía, imaginación y excentricidad.
Todos los colores tienen un sabor y una correspondencia casi mágica con nuestra memoria gustativa. La mirada ejerce su poderío hasta que los tonos y su vibración se llevan a la lengua en sorbos y bocados para ejercer su poesía. También el arte encierra una sinfonía de sabores, y es precisamente a través de sus colores que se vuelve comestible.
Cada color contiene comunión, sinergia y sinestesia. A través de la historia artistas notables y talentosos han develado su correspondencia con platillos en el perfecto acto amoroso del color, evocando en conjunto lo que tienen en común: la seducción y el saberse seducidos, en un círculo virtuoso de luz y sombras, resplandor y opacidad.
México tiene una poderosa identidad gastronómica y una larga historia de sabores y tradiciones, de mesas con platillos que recogen cuentos y narrativas, así como fantasía, imaginación y excentricidades. No me canso de decir que basta pensar en la complejidad del mole y su color rojo profundo que, como …
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