Olga y la misoginia
¿De quién es la culpa de esta desdichada historia? ¿De Olga Sánchez Cordero, por dócil, o de la misoginia, que la acosó desde un inicio? Yo sostengo que de ambos lados.
Durante la campaña presidencial, Olga Sánchez Cordero fue la portavoz de las mejores esperanzas femeninas. Prometió no menos que una revolución política: el Estado por primera vez asumiría como una obligación central la erradicación de la violencia contra las mujeres y su ascenso en todos los terrenos a la igualdad.
¿Cuántos votos ganó esa promesa? Sospecho que cientos de miles, acaso millones.
Al triunfo de la 4T, la adalid de la causa de las mujeres fue colocada a la cabeza de la Secretaría de Gobernación, la más poderosa entre las secretarías, y pareció que el fenomenal cambio estaba en curso. Pero –ah esa odiosa palabra: pero: la vuelta en U de las mejores intenciones—entonces empezaron los peros.
Olga presidía la Secretaría de Gobernación (Segob), pero las atribuciones de la Segob fueron severamente recortadas. Olga presidía también el gabinete de Seguridad, pero en las juntas semanales le quitaban la palabra. Olga puso en el escritorio del presidente un par de iniciativas feminis…
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