Hace poco fui a ver la película “Las Sufragistas” que se desarrolla en Londres en 1912 y me dejó muy impactada al reflexionar en cómo tuvieron que sufrir esas mujeres para que se reconocieran sus derechos que, aunque pareciera un hecho político, en realidad era la lucha por la igualdad, como en aquellos tiempos (y aún ahora en muchos ámbitos) a la mujer se le consideraba inferior, no se le consideraba “capaz” de decidir nada, se pensaba que estaba “medio loca” y ni siquiera tenía derecho a los hijos que habían crecido en sus entrañas ¡y que había parido con tanto dolor! (¿Se imaginan dar a luz sin ninguna anestesia, en casa y con la ayuda de alguna otra mujer?) Peor aún, la mujer se consideraba “propiedad” de su esposo.
Que hubiera sido de nosotras sin mujeres como Emmeline Pankhurst, fundadora de este movimiento, en el que la violencia moderada era permitida (ya que los hombres no hacían caso a las manifestaciones pacíficas) o de la mártir Emily Wilding Davison,
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