Estoy encabronada
Porque no vale la pena hablar de los horrores de la pobreza cuando podemos idealizarla.
Estoy muy molesta. No, más bien, estoy encabronada. Y trataré de explicar por qué. Al Presidente López Obrador se le puede conocer por lo que ha hecho, por lo que no ha hecho, pero, sobre todo, por lo que calla. Negado a opinar sobre el narcotráfico, imposibilitado para condenar las matanzas y balaceras que arrebatan diariamente la paz en distintos puntos del país, incapaz de sentir un ápice de indignación ante los hallazgos de fosas clandestinas que han transformado el país en un cementerio, defiende como su mejor estrategia contra la delincuencia el reparto de dinero, que, comparado con lo que reciben halcones y narcomenudistas, resulta ser una simple propina más.
Su efectividad a tres años de gobierno ha sido desmentida; el problema sigue igual. Hemos aceptado con resignación que la batalla que más le preocupa es la que libra su ego todos los días contra la prensa, críticos, académicos y hasta tuits; cualquiera que piense distinto a él es quien ocupa su atención y su tiempo. Será o…
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to OPINIÓN 51 to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.