Ser madre trabajadora es un problema público
No decidimos dejar de trabajar, es el sistema el que nos obliga a salir.
Sigo esperando el día en el que a mi esposo le pregunten en una entrevista de trabajo: ¿Tienes hijos? ¿Estás casado? ¿Tu esposa te deja trabajar? ¿Si tuvieras un viaje de negocios no se enoja tu mujer? Ya sé que se lee un poco ridículo, pero a mí me ha pasado todo eso, incluso dejé de usar mi anillo de bodas porque una reclutadora consideró que necesitaba permiso para aceptar una propuesta económica, dije que no, pero dejé en una caja mi argolla, de eso hace cuatro años.
¿Por qué a mí y al resto de las mujeres nos preguntan todo eso?
Aunque parezca parte de un guion de comedia, todas esas preguntas son violencias, que por cierto está prohibido reproducir de acuerdo con la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Pero claro, una ley o una política pública no son suficientes para acabar con el sistema de opresión que, por años, nos ha hecho abandonar el mundo formal de trabajo cuando nos convertimos en madres. …
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to OPINIÓN 51 to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.