Por Rosa Covarrubias
La Ciudad de México albergó el último fin de semana de octubre, dos eventos de talla internacional, ambos con un poder de convocatoria arrasador. El primero y en el que nos vamos a enfocar en esta columna, la Fórmula 1. El segundo fue por la tarde noche en el norte de la ciudad, la WWE.
Es espectacular ver el Autódromo Hermanos Rodríguez en su máxima capacidad, miles de aficionados con playeras o gorras de sus escuderías favoritas. También es cierto que este deporte atrae el glamour y, como coloquialmente se le llama, a los villamelones, sí, aquellos que no son fanáticos o no les gusta el automovilismo, pero van por el placer de decir, “estuve ahí”, pero son ellos, los verdaderos fanáticos y los no tan conocedores, los que han hecho que cada año el Gran Premio de México sea el mejor de la temporada.
Es innegable que a partir de la llegada de Checo Pérez al máximo circuito del automovilismo, la afición por este deporte en México creció y sigue creciendo, cada vez más…
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