Mi primera entrada para esta plataforma fue: “abran las pinches escuelas” y resultó ser la primera columna del medio. La escribí desde lo más profundo de mi mente, estaba instalada en una habitación muy oscura llamada ansiedad, yo era (o soy) parte de la estadística en la que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, durante el primer año de la pandemia por COVID19, subieron 25% los casos de ansiedad y depresión a nivel global. Las mujeres y las personas jóvenes, como siempre, fuimos las más afectadas.
El aislamiento social, la carga de cuidados, entre otras, ocasionaron el alza de las enfermedades silenciosas.
Empiezas con estrés, sigue la ansiedad y después la depresión.
Me advertía la psiquiatra en la primera consulta que tuve con ella, después que me puse a llorar en una reunión de trabajo mientras hablaba de inundaciones.
Hay un desequilibrio químico en el cerebro y hay que ayudarle con medicamento.
¿Un desequilibrio? ¿Por eso me quería salir por la ventana?
A …
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