Miren, dijo el Presidente la semana pasada, dejando atrás su pódium y su micrófono mientras caminaba con su traje negro recién llegado de la tintorería, su camisa blanca de cuello italiano y su corbata azul cielo con un sutil brillo anudada con un nudo simple de una sola vuelta. Cerca del borde de su tarima y con ello más cerca de los periodistas, metió las manos a los bolsillos de su pantalón y sin desabotonarse el saco de corte americano de dos botones sacó el forro de ambos bolsillos para demostrar que estaban vacíos. y sonrió. Solo faltó que levantara los hombros con la misma inocencia que la caricatura del niño frente al pastelero, suplicando con ese gesto una dádiva de fresa y crema. Singular demostración la de nuestro presidente, que por querer probar que no tenía nada evidenció que lo tenía todo: desde el traje y la corbata, hasta los que le festejaban la gracia. ¿En qué momento la pobreza se convirtió en un valor para nuestros políticos? ¿En qué instante d…
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