Para cada mexicano es muy importante tener “su” taquería. Esa que no te falla después de la fiesta, en domingo de vértigo o en una comida en solitario. Es casi un asunto identitario. Por eso lo encendido de las discusiones sobre cuál es la mejor taquería: tan complejo como disentir en la política o la religión.
Pero cuando “tu” taquería te falla, y ya es indefendible, hay que rastrear el fondo... pero de inversión.
Eso ha pasado con las taquerías El Farolito, mis favoritas hasta antes de ser compradas el año pasado por Grupo Gigante. A partir de ese punto hubo una notable caída en su calidad. Al igual que con la cadena La Mansión, adquirida primero por el fondo Advent y luego vendida a Taco Holding, otro consorcio.
Los fondos de inversión, en el terreno de la gastronomía, son con regularidad el Rey Midas, pero al revés. Lo que tocan, lo convierten en cascajo. Así pasó en su momento, cuando hace más de una década Advent también compró el muy correcto Casa Ávila o el -para tantos consenti…
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