A la 1:16 del jueves 22 de septiembre de 2022 la alerta sísmica me sacó de un sueño profundo. El estado de letargo en el que me encontraba me hizo olvidar que mi hija está con su papá, por lo que mientras me ponía los zapatos y una chamarra velozmente –con ese sonido de breve duración, con su ir y venir entre frecuencias– abrí rápidamente la puerta de su cuarto mientras buscaba a nuestro perro para tomarlo y salir.
En segundos notas que no está ninguno de los dos y eso es lo que termina por despertarte; abres la puerta, das un portazo que resuena por el vestíbulo en el que te encuentras con tus vecinos de al lado que salen medio dormidos, pero gritando. Bajas los tres pisos con los que se van incorporando. Nadie corre por la escalera, ninguna persona se atropella con otra, nos vamos tranquilizando unos a otros: ya casi llegamos, despacio, estaremos bien. Mientras voy bajando no puedo dejar de pensar en la vecina en silla de ruedas del quinto piso.
Lo primero que hice al…
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