Fui una niña rebelde, pero siempre educada. Constantemente cuestionaba el por qué y origen de todo, la autoridad me era un reto constante dentro de un juego limpio. La verdad y la justicia fueron siempre mi estandarte, la idea de ser una súper heroína que salvaba al mundo de la mentira y la injusticia era demasiado fantasiosa, así que dejé crecer la idea de ser abogada o periodista.
¨La abogacía te va a decepcionar Laisha, en México los juicios no son orales como los que ves en Estados Unidos, aquí hay una corrupción interminable contra la que no podrás luchar, mucha injusticia y muchos inocentes atrapados en un Sistema Judicial que te va a romper”, dijo mi madre, y claro quién mejor que ella sabía lo sensible y frágil que era por dentro aunque siempre demostrara todo lo contrario.
Así que decidí trabajar por la verdad… Una noche entré al cuarto de mis padres y les dije muy segura y entusiasmada: “¡¡Quiero ser periodista!!”, ja, ja, ja casi se mueren, imagino su terror, era una adoles…
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