Ayer se me perdió una pulsera que el Sponsor me regaló la Navidad pasada.
Era una cadenita de oro muy delgada con un mini rayo de “brillitos”, y cuando me lo dio me dijo: “Es un rayo brillante, como tú” (awwww). Desde que me la puso esa mañana de Navidad no me la quité y cuando me di cuenta de que la perdí, como dice alguien por ahí, me dio muchísimo coraje.
Lo primero que pensé fue “¡me caga perder algo!” y “qué raro me resulta perder cosas, no es algo que me pase seguido, porque suelo ser muy cuidadosa”.
Luego, mientras procesaba mi entripado y buscaba por doquier la pulserita en cuestión, que sigue sin aparecer, me di cuenta de que estaba absolutamente equivocada porque lo de perder es algo que, sin darnos cuenta, nos sucede constantemente.
Se pierde el tiempo todos los días y vamos, aunque nos cague, perdiendo la vida.
Se pierde el rumbo tantas veces que se va volviendo parte del camino. Se pierden los lentes 100 veces durante un mismo día o la paciencia continuamente.
Perdemos amig…
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