Por Martha Ortiz
Cada año, desde hace diez, me doy a la feliz tarea de impartir en octubre clases de cocina a pacientes con cáncer de mama. Digo feliz por el aprendizaje de todas nosotras, unidas por los sabores rosados en la trinchera del fuego, es decir, en la matriz de la imaginación femenina que es sólo un medio para compartir historias sazonadas con flores, azúcar, sal y lágrimas. Amasamos tristeza y alegría y somos testigas de la llama y la ceniza. También vivimos la permanencia de unas y la irreparable partida de otras. Todas somos mujeres y nuestras recetas de cocina compartida nos abraza.
En este espacio he tenido el honor de conocer a mujeres extraordinarias, valientes y únicas, y siempre he tenido la gratitud de recordar los instantes finos y efímeros que tejen una vida con un hilo delgado que siempre se rompe en el sentido del tiempo. También he aprendido a enfrentar el miedo a la enfermedad, el dolor y la muerte, unas veces antes y otras mucho después.
En nuestr…
Listen to this episode with a 7-day free trial
Subscribe to OPINIÓN 51 to listen to this post and get 7 days of free access to the full post archives.
