Por Martha Ortiz
Escribo este artículo desde mi conocida y reconocida trinchera del fuego, es decir, desde la cocina matriz, que —no me canso de decirlo— es un espacio de libertad femenina, ya que las cocinas no sólo se han establecido como sitios para alimentar a familias, sino también son espacios de fantasía y dominio, de relaciones, relatos, narrativas y sabores de cuento.
Siempre he pensado que el sabor es una forma de conocimiento inmediato. Mi reflexión es que nuestro paladar, nariz y lengua no sólo perciben los cuatro decibeles de sabor o puntos cardinales que van de lo amargo a lo dulce pasando por lo salado y lo ácido; hoy se habla de un quinto sabor que se describe como “floral” (espero que la inclusión de esta aportación se deba a lo femenino y a la descripción de lo que sabemos todas y todos). Hago la aclaración de que no todas las flores son dulces. Les sorprendería saber que son como nosotras: fuertes, contundentes, picantes, con extraordinarias y espectacular…
Listen to this episode with a 7-day free trial
Subscribe to OPINIÓN 51 to listen to this post and get 7 days of free access to the full post archives.