Los años de la pandemia nos llevaron a romper el orden y la disciplina con la que vivíamos nuestra rutina. Los horarios cambiaron y la movilidad también; el uso ampliado de las pantallas para trabajar, mantenernos cerca de familia y amigos, tomar clases de yoga, asistir virtualmente a la escuela, a talleres y diplomados, hacer terapia, entre otras actividades, provocaron que la fantasía del multitasking como deseable y, además posible, se instalara entre quienes hacían todo con su computadora. Distraernos todo el día frente a la indiferenciación de espacios laborales y domésticos se convirtió en lo normal.
Desde hace tiempo, pero ahora con más intensidad, se ha hecho necesario distinguir entre agotamiento emocional –derivado de la actividad laboral (burnout en inglés)– y la indiferencia frente a la vida.
Adam Grant, el psicólogo norteamericano, ha llamado languidecer a ese estado en el que predominan sentimientos de vacío, falta de sentido y de alegría. Es la ausencia de …
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